Ciencia morada

Launch of IYA 2009, Paris - Grygar, Bell Burnell cropped.jpg (CC By-SA) En la escuela de la pequeña Susan las niñas no estudiaban ciencias: estudiaban las labores propias de las mujeres norirlandesas de los años cincuenta, cosas tales como cocina y costura. La ciencia era cosa de hombres, no de niñas. Pero el padre de Susan era el arquitecto del planetario Armagh, y no estaba en absoluto de acuerdo con la política discriminatoria de la escuela. Convencido del potencial de su hija la envió a estudiar a la Mount School en York (Inglaterra), un centro cuáquero donde la pequeña Susan tuvo la suerte de encontrar un profesor que la orientó en sus primeros pasos en la física. En 1967 Susan, que a sus 24 años era una estudiante de posgrado en Cambridge, descubrió la primera señal electromagnética que sería identificada como un púlsar. Aquel descubrimiento de Susan llevaría a la entrega del premio Nobel de Física de 1974... a su director de tesis, Antony Hewish. Susan Jocelyn Bell Bur

La joven Emilia Pardo Bazán no sentía un interés especial por la educación que se ofertaba a las señoritas de buena familia españolas. La rica biblioteca de su padre, y sus contactos sociales, le permitieron adquirir una amplia cultura, pero no pudo ir a la universidad porque, simplemente, en su época las mujeres no iban a la universidad. No es que, en realidad, estuviera prohibido que las mujeres accedieran a la formación universitaria. El problema principal es que la sociedad europea del siglo XIX consideraba inconcebible tal posibilidad porque, simplemente, se creía que las mujeres no estaban capacitadas para el estudio ni para la investigación . En la práctica, en consecuencia, las pocas mujeres que intentaban acceder a la universidad se encontraban con un muro burocrático que les impedía su ingreso con cualquier excusa (cosa que no ocurría con los hombres). Ya en 1790 Mary Wollstonecraft había denunciado que el problema radicaba no en la falta de capacidad de las mujeres, si

De ella se ha dicho de todo. Se la ha llamado María la Judía, María la Hebrea y Míriam la Profetisa. Se ha dicho que era: Míriam, la hermana de Moisés (sí, el Moisés del Antiguo Testamento) y Aarón. De ser cierto habría vivido entre Egipto y el Sinaí en torno al siglo XIV a.C. La maestra de Demócrito (el padre del primer concepto de átomo), en Menfis (Egipto), entre los siglos V y IV a.C. María la Magdalena (la seguidora de Jesús de Nazaret). Esto la situaría en la provincia romana de Judea en el siglo I de nuestra era. Una alquimista que vivió en algún momento antes del siglo IV de nuestra era. Un seudónimo utilizado por alquimistas anteriores al siglo IV de nuestra era. Sea como fuere, se atribuyen a María la Judía logros tales como: El libro “Extractos hechos por un filósofo cristiano anónimo”, que influyó poderosamente en la alquimia medieval. Aparatos de laboratoiro como el "tribikos" y el "kerotakis". La técnica de calentamiento conocida como &qu

Poco se sabe de ellas, pero las primeras dos personas de las que hay constancia de que se dedicasen profesionalmente a la química fueron dos mujeres. De una de ellas sabemos que se llamaba Tapputi, y que era llamada Belatekalllim, "la supervisora del palacio". La otra era (se cree) otra mujer conocida como Ninu (aunque su nombre completo se perdió), y era la ayudante de Tapputi. Se sabe que ambas mujeres trabajaban en la elaboración de perfumes a partir de flores, aceite, mirra, cálamo, ciprés y bálsamo, y que para ello incluso llegaron a utilizar técnicas de destilación mediante alambiques. Tapputi y Ninu vivieron y trabajaron en Babilonia en torno al año 1200 a.C., hace ahora unos 3200 años. Lo sabemos por las anotaciones, en escritura cuneiforme, halladas en una tablilla de arcilla de aquella época. Haz click aquí para bajarte este post en pdf. Salvo que se indique lo contrario los textos de este blog han sido publicados por Ángel Vázquez Hernández

El 10 de abril de 2019 pasará a la historia como el día en el que la Humanidad vio, por primera vez, la fotografía de un agujero negro. El Massachusetts Institute of Technology anunció el éxito publicando la fotografía del agujero negro junto a la de una sonriente joven llamada Katie Bouman . Casi inmediatamente Internet se llenó de mensajes que intentaban desacreditar a Katie haciendo ver que se estaba atribuyendo el mérito del astrofísico Andrew Chael, autor (presuntamente) de 850 000  de las 950 000 líneas de código del software utilizado para conseguir la fotografía . El propio Andrew Chael tuvo que intervenir para desmontar el bulo , protestando por los ataques sexistas hacia su colega y amiga Katie Bouman, aclarando que el software en cuestión apenas tenía  68 000 líneas de código, de las cuales no podía precisar cuantas eran totalmente suyas . Pero la cuestión es, si Andrew Chael escribió esas 68 000 líneas de código ¿Cuál ha sido el papel de Katie Bouman