Armarios en el aula
Manifestación en Mérida. 8 de marzo de 2017. |
La homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad por la OMS el 17 de mayo de 1990. La transexualidad dejó de ser considerada un trastorno en la edición de 2018 del Manual de Enfermedades de la OMS, pasando a ser considerada una “condición relativa a la salud sexual”.
¿Suficiente? No. Todavía, en el aula, hay personas (hombres, mujeres y no binarias) escondidas en el armario del silencio. No hablan, no destacan, prefieren pasar desapercibidos a arriesgarse a ser blanco de acoso y burlas. No es lo mismo para quienes, desde la orilla opuesta, hacen gala de su heteronormatividad porque, hoy por hoy, lo que está socialmente integrado es lo heteronormativo (y de ahí a lo homofóbico solo hay un paso). Lo otro, lo raro, lo distinto, lo queer, se vive en silencio.
Entre unos y otros un profesorado que, muy a menudo, no se entera de nada. No es nada sorprendente: algunos armarios son perfectamente opacos, y la formación del profesorado (ducho, además de en su especialidad, en idiomas, TIC, flipped classroom, ABP y evaluación por competencias) no es muy buena (por decir algo) en diversidad sexo/género y coeducación. Damos palos de ciego intentando crear zonas seguras pero sin estar muy seguros de lo que estamos haciendo.
Los armarios, mientras tanto, siguen ahí.
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