La chica de los números
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Katherine Johnson en 1967 (NASA) |
Era lo normal. Siglos de la querelle des femmes habían relegado a las mujeres, en el ámbito científico, a ser las secretarias de los hombres. Ellas traducían textos, tomaban notas, hacían esquemas y dibujos, realizaban cálculos y pasaban a limpio toda la información. Se habían convertido en las secretarias de los sabios. Así ocurrió con Marie Anne Pierrette Paulze, Émilie du Châtelet, y tantas otras.
Aquel año, 1953, se publicaron las notas que Ada Augusta Lovelace había redactado sobre la máquina analítica de Charles Babbage. En realidad ya se habían publicado en 1843 pero, aunque Ada las había firmado como A.A.L., en cuanto se supo que ella era la autora todo el mundo perdió interés y las notas cayeron en el olvido durante más de un siglo. Las chicas de los números, ya se sabe, no firmaban informes: los únicos informes serios eran los que eran firmados por hombres.
Pero desde 1843 había llovido mucho, y la idea loca de una chica de los números del siglo XIX, cien años más tarde, comenzaba a hacerse realidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, en las instalaciones secretas de Bletchley Park, un grupo de ingenieros y matemáticos liderados por Alan Turing construyeron un ordenador capaz de descifrar las comunicaciones de las fuerzas alemanas. La mayor parte del personal de Bletchley Park, por supuesto, fueron mujeres. Otro tanto ocurrió cuando los norteamericanos construyeron el ENIAC: lo diseñaron y construyeron hombres, pero lo pusieron en marcha mujeres. Fueron conocidas como las Top Secret Rosies.
Así que Katherine, como tantas otras mujeres, fueron contratadas por la NACA como computadoras humanas, chicas de los números, oficinistas, secretarias. Su misión era aliviar del trabajo rutinario a los ingenieros para que estos pudieran centrarse en lo verdaderamente importante. Los ingenieros, por supuesto, eran blancos, al igual que las mujeres mejor situadas en la jerarquía de la NACA.
Pero Katherine era negra. Ella y muchas más calculadoras negras trabajaban en un edificio separado de las calculadoras blancas. Eran los años en que Rosa Parks y Martin Luther King se alzaron por los derechos civiles de los afroamericanos, y si eras mujer y negra la vida no era sencilla en el estado de Virginia. La necesidad de derrotar a la URSS en la carrera espacial, irónicamente, hizo que la NACA estuviese dispuesta a cualquier cosa: incluso a aceptar a mujeres negras en puestos de responsabilidad si era necesario. Lo que ocurrió entonces fue llevado a la gran pantalla en la película Figuras ocultas.
Mary Jackson se convertiría, a pesar de todas las trabas legales en contra, en la primera ingeniera negra de la NASA.
Dorothy Vaughan, que había sido supervisora de Katherine Johnson y Mary Jackson, se convirtió en una experta en FORTRAN y se puso al frente de la sección informática de la NASA cuando esta adquirió sus primeros ordenadores IBM, llevando con ella a muchas de las calculistas negras que habían trabajado bajo sus órdenes e incorporando calculistas blancas al equipo.
El 26 de agosto de 2018 Katherine Johnson, la chica de los números, cumplirá cien años. Felicidades, Katherine.
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