El síndrome de Yentl

 

Con el inicio de las vacaciones he empezado la lectura de Hablemos de vaginas, de la ginecóloga extremeña Miriam Al Adib. En uno de los primeros capítulos del libro se habla de los sesgos de género en la medicina y, más concretamente, del llamado síndrome de Yentl (sí, como el personaje de la novela y de la película que, siendo mujer, se disfrazó de hombre). El término fue acuñado por la cardióloga Patricia Healy, primera directora de los Institutos de Salud de los Estados Unidos, para referirse al hecho de que las mujeres mueren más de enfermedades cardiovasculares que los hombres al ser infradiagnosticadas, hecho que a su vez se debe a que sus síntomas no suelen ajustarse al imaginario popular porque este está basado en los síntomas habituales entre los hombres.

¿Qué hay de cierto en eso? Veamos...

Empecemos por el imaginario popular: una simple búsqueda en Google de imágenes de "enfermedades cardiovasculares" nos arroja una multitud de imágenes de un hombre, habitualmente en la madurez o en la vejez, que con expresión de dolor se agarra el pecho con la mano derecha. Cierto que también he encontrado alguna imagen similar protagonizada por una mujer, pero la presencia de hombres en esa imagen es abrumadoramente masculina. Google refleja así, gráficamente, la imagen popular de las enfermedades cardiovasculares ¿Pero se trata de una imagen real o es una ficción?


Resulta que, según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2020 las enfermedades del sistema circulatorio fueron la segunda causa de muerte entre hombres, pero la primera entre las mujeres. Es decir: la probabilidad de muerte por enfermedades del sistema circulatorio es mayor entre las mujeres que entre los hombres.

Así que no, la representación mental de las enfermedades cardiovasculares como un problema de hombres maduros o ancianos es falsa: en realidad afecta más a mujeres.

¿Y lo de sentir dolor en el pecho? Bueno, eso sí es cierto... pero solo en hombres: es el síntoma más habitual del infarto de miocardio en hombres, pero solamente uno de los más habituales en las mujeres. 

¿Y? Pues resulta que muchas mujeres, debido a que sus problemas cardiovasculares no se ajustan al estandar másculino, tardan más en acudir al médico y, una vez que van, la probabilidad de que se les diagnostique correctamente una enfermedad cardiovascular es menor, tardan más en recibir el tratamiento adecuado (o no lo reciben) y, finalmente, mueren más mujeres de las que deberían.

Todo por un sesgo de género.

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