Cis, trans y otras cosas por el estilo

Hace un rato he visto que un conocido diario digital confiesa estar desconcertado por el uso de siglas tales como TERF o CIS. Lo de TERF lo dejaremos para otra ocasión o para ninguna, pero lo de CIS, como profesor de ciencias, creo que estaría bien que lo explicase.

Lo primero que hay que aclarar es que, en el contexto al que se refería el diario en cuestión, no existen las siglas CIS sino el prefijo latino cis, que quiere decir "aquí, a este lado". En química orgánica se suele utilizar para indicar que dos átomos o grupos de átomos están al mismo lado de un doble enlace o de un anillo molecular.













Lo contrario a cis es trans, prefijo latino que quiere decir "allí, al otro lado". En química orgánica se suele utilizar para indicar que dos átomos o grupos de átomos están en lados opuestos de un doble enlace o de un anillo molecular.

En el contexto de la diversidad afectivo sexual el significado es análogo: más o menos viene a decir si la identidad de género y el sexo biológico de una persona están al mismo lado o en lados opuestos. Bueno, más o menos, porque ni el género ni el sexo son binarios, así que la cosa no es tan simple como "al mismo lado o en lados opuestos".

A ver si puedo explicarlo de forma sencilla.



Empecemos por el sexo biológico, que es lo más concreto y fácil de explicar. Cuando nace un ser humano, tradicionalmente, una de las primeras cosas que siempre se ha hecho es echar un vistazo a sus genitales (ahora, con las ecografías, ya ni siquiera se espera al nacimiento). Si tiene pene es macho, y si tiene vulva hembra. Aunque la cosa no siempre es tan simple: puede que nazca con unos genitales a medio camino entre una cosa y otra o, incluso, que tenga una vulva pero también testículos ocultos que pueden pasar desapercibidos inicialmente: en esos casos estaríamos hablando de personas intersexuales o intersex (la "I" del colectivo LGTBI).

Esto es así en humanos. En otros animales hay de todo un poco: los caracoles, por ejemplo, son hermafroditas (macho y hembra a la vez), algunos peces pueden cambiar de sexo (de macho a hembra o al revés) si donde viven hay demasiados machos y pocas hembras o al revés.

Pero volvamos a los humanos. El caso es que en la cultura europea occidental la tradición solo distingue dos géneros: hombre y mujer (no así en otras culturas: algunos pueblos indígenas norteamericanos, por poner un ejemplo, diferenciaban hasta cinco géneros), de forma que al macho humano se le ha venido asignando hasta ahora el género "hombre", y la hembra el género "mujer". Si se detectaba un caso de intersexualidad, hasta hace bien poco, era frecuente decidir igualmente entre uno de ambos géneros y, posteriormente, someter a la criatura recien nacida a cuantas cirugías y tratamientos se considerasen oportunos para que encajase a la fuerza en el género asignado.

El problema es que no siempre se acierta. A veces una persona nacida con un pene se identifica a sí misma como mujer, o una persona nacida con vulva se identifica a sí misma como hombre. La probabilidad de fallar al intentar asignar el género en base a los genitales de una persona intersex es todavía más alta. Puede darse el caso, también, de que una persona no se identifique plenamente y de forma permanente como hombre ni como mujer, declarándose como persona no binaria.

Y aquí es donde entran los prefijos cis y trans: si el género con el que se identifica una persona está en concordancia con el género que le fue asignado por otras personas al nacer entonces es una persona cis, pero si quienes le asignaron el género al nacer se equivocaron entonces es una persona trans.

Cuestión aparte es si esa persona "parece una mujer" o "parece un hombre", cosa que depende de cada cultura y de cada época: la ropa, el comportamiento, el empleo y otros factores sociales definen en cada momento un concepto social de lo que significa "ser hombre" o "ser mujer". Es lo que solemos llamar expresión de género, que puede ser masculina, femenina o, en casos intermedios, andrógina.








De la orientación sexual o romántica es mejor no hablar hoy, porque el bosque en el que nos meteríamos sería tan profundo que nos perderíamos y no aclararíamos gran cosa. Baste decir que las debates para intentar diferenciar entre las múltiples orientaciones sexuales no parece tener fin. Tal vez en otro post intente arrojar un poco de luz sobre este tema.

El caso es que, si han tenido la bendita paciencia de seguir el post hasta el final (y no les ha estallado la cabeza ni lo han considerado una marcianada) habrán llegado a la conclusión (si no habían llegado ya ahí antes) de que este tema es de todo menos binario, y que negar la existencia de cualquiera de las combinaciones de los elementos aquí descritos (o de cualquier otro que se me haya quedado en el tintero) no va a servir para que todo un colectivo (el que sea) desaparezca.

Acepten la diversidad como real, busquen su sitio, acomódense y dejen que el resto de la Humanidad haga lo mismo. Tampoco es tan difícil, digo yo.

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