Ética hacker versus capitalismo

Ya en el siglo XII el bretón Bernardo de Chartres decía:

”Nos esse quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea.”

”Somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos, que ellos no por alguna distinción física nuestra, sino porque somos levantados por su gran altura.”

Afirmaba Bernardo de Chartres que la construcción del conocimiento humano solo es posible basando los nuevos logros en el trabajo de los que nos precedieron. Esta idea es citada de nuevo por el italiano Isaias di Trani (el viejo) en el siglo XIII, el inglés Robert Burton en 1621 (”a dwarf standing on the shoulders of a giant may see farther than a giant himself”), el español Diego de Estella en 1622 (”pygmaeos gigantum humeris impositos, plusquam ipsos gigantes videre”), el inglés George Herbert en 1651, William Hicks en 1659, y constituye la base del desarrollo científico y cultural posterior, siendo tan importante que incluso Isaac Newton, en 1676, citó de nuevo el mismo principio cuando dijo “if I have seen further it is by standing on ye shoulders of giants”, ”si puedo ver lejos es por estar subido a hombros de gigantes”. En 1828 el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge escribió “the dwarf sees farther than the giant, when he has the giant's shoulder to mount on”, “el enano ve mas lejos que el gigante, cuando está sobre el hombro del gigante”. El ejemplo mas reciente digno de ser reseñado nos lo proporcionó el
físico inglés Stephen Hawking, que en 2004 publicó su libro “A hombros de gigantes”.

Es evidente que tanto Bernardo de Chartres como Isaac Newton consideraban que el acceso al conocimiento era vital para generar mas conocimiento. E incluso Newton decía claramente que su obra solo había sido posible por haber sido construida sobre los conocimientos heredados, junto con él, por toda la Humanidad. Una misma idea había acompañado el desarrollo del conocimiento humano al menos durante los nueve siglos que separan a Bernardo de Chartres de Stephen Hawking y, a pesar de todos los paradigmas filosóficos y científicos que han nacido y muerto en ese tiempo, la frase de Bernardo de Chartres sigue vigente.

Durante buena parte de la historia no hubo barreras legales a la difusión del conocimiento científico o tecnológico, pero en 1883 la Revolución Industrial había generado grandes intereses en torno al control de la tecnología, y comenzó con el Convenio de la Unión de París el desarrollo de legislación internacional destinada a la protección de la llamada propiedad industrial en todas sus formas, desde las marcas hasta las patentes.

Nueve años después, en 1892, Piotr Kropotkin publicaba “La conquista del pan", explicando así su opinión sobre la propiedad industrial:

Todo se entrelaza: ciencia e industria, saber y aplicación. Los descubrimientos y las realizaciones prácticas que conducen a nuevas invenciones, el trabajo intelectual y el trabajo manual, la idea y los brazos. Cada descubrimiento, cada progreso, cada aumento de la riqueza de la humanidad, tiene su origen en la conjunción del trabajo manual e intelectual del pasado y del presente.
Entonces, ¿con qué derecho alguien se apropia de la menor parcela de ese inmenso todo y dice: “Esto es sólo mío y no de todos”?


Solo tres años antes del Convenio de la Unión de París, en 1880, Edison se había asociado con el banquero J. P. Morgan para crear General Electric. La primera patente de Edison data de 1868, y a lo largo de su vida acumuló mas de mil patentes, muchas de las cuales estaban relacionadas con el desarrollo de tecnologías audiovisuales o con aplicaciones tecnológicas de la electricidad. Edison había convertido la actividad del inventor en un lucrativo negocio. Por su parte J.P. Morgan era, al inicio del siglo XX, uno de los hombres mas ricos del mundo, y la banca Morgan es actualmente parte de uno de los grupos bancarios mas poderosos de los Estados Unidos de América.

Antes del boom de la informática de los años 80 del pasado siglo el software no era considerado un elemento de valor comercial, sino un simple complemento que permitía el uso del hardware. Era habitual, en aquellos tiempos, compartir todo tipo de información entre los desarrolladores sobre el software en que estaban trabajando. En los años 80, sin embargo, las empresas comenzaron a imponer restricciones tanto a los desarrolladores como a los usuarios de software, prohibiendo intercambios de información que hasta ese momento habían sido habituales. Algunos hackers, liderados por Richard Stallmann, se negaron a aceptar las nuevas normas y continuaron trabajando como lo habían hecho hasta entonces: compartiendo información libremente. Había nacido el proyecto GNU.

Irónicamente el año de Orwell, 1984, marcó un hito en el la historia cyberpunk. Un año antes, en enero de 1983, Apple había revolucionó el concepto de ordenador personal lanzando el Apple Lisa (primer ordenador personal con ratón e interfaz gráfica de usuario), en septiembre Richard Stallmann comenzó a organizar el proyecto GNU, en noviembre Microsoft presentó su entorno gráfico Windows, y Bruce Bethke publicaba un relato corto titulado "Cyberpunk” (título que acabaría designando a un movimiento literario, cultural y social). En 1984 Apple anunció el "Macintosh" como el ordenador que impediría que el año 1984 se pareciese a la novela “1984”, William Gibson publicó su novela "Neuromante” (considerada como la primera gran novela del género cyberpunk), y Michael Radford llevó a las pantallas una versión cinematográfica de "1984" (volviendo a poner de moda la novela de Orwell). En este contexto, también en 1984, el periodista Steven Levy publicó un artículo titulado “Hackers: Heroes of the Computer Revolution” donde describe los principios éticos de los hackers del MIT (el Instituto Tecnológico de Massachussetts, donde trabajaba Stallmann) y utilizaba por primera vez la expresión "ética hacker" (aunque buena parte de la popularización de este término se debe a Pekka Himanen por la publicación, en 2001, de su libro “La ética del hacker y el espíritu de la era de la información”). Ese mismo año, también, Donna Haraway escribiría su “Manifiesto ciborg”: el primer texto sobre ontología propio del pensamiento cyberpunk.

Desde entonces se viene manteniendo un debate entre dos modelos económicos de gestión de la ciencia y la tecnología: uno basado en el conocimiento libre y el otro basado en la utilización de patentes y licencias. De su resolución dependen cuestiones tales como el desarrollo y gestión del software, los medicamentos o las variedades agrícolas. La ciencia pura, a través del acceso libre o de pago a publicaciones científicas, también está afectada por este debate.

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