Cuando un gay y un ejército de mujeres cazaban submarinos nazis a escondidas

Ordenador Colossus Mark 2 operado por Dorothy Du Boisson (izquierda) y Elsie Booker (derecha), 1943 (Imagen: dominio público)

A principios de los años cuarenta se estaba librando una batalla decisiva por el control del Atlántico Norte. Los submarinos alemanes se dedicaban a hundir todos los mercantes posibles para cortar los suministros al Reino Unido. Las máquinas Enigma utilizadas por la flota alemana encriptaban las comunicaciones de la flota de submarinos haciéndolas ininteligibles para los aliados. Solo el esfuerzo de un agente secreto llamado Boniface, cuyos informes eran enviados directamente a Winston Churchill, permitieron a los aliados localizar y hundir los submarinos alemanes. O eso creían los nazis.

En realidad el declive de la flota de submarinos alemana comenzó cuando la flota aliada comenzó a utilizar reconocimientos aéreos y tecnologías como el sónar para localizarlos. Aún así el coste económico de la batalla estaba siendo enorme para los aliados si se compara con las cantidades invertidas por Alemania. En cuando a Boniface... el servicio secreto alemán nunca logró capturarle a porque, en realidad, Boniface nunca existió: los informes de Boniface procedían de unas instalaciones secretas conocidas actualmente como Bletchley Park.

Las "codebreakers" de Bletchley Park eran, en su mayor parte, mujeres. Al frente del proyecto había un reducido grupo de matemáticos e ingenieros liderados por Alan Turing. El resultado del proyecto fue la construcción y puesta en marcha del ordenador Colossus, capaz de desencriptar las comunicaciones encriptadas por las máquinas alemanas Enigma.

Parece ser que el primer éxito se logró al desencriptar un mensaje real en enero de 1944. A partir de entonces, y hasta pasados bastantes años tras la II Guerra Mundial, el servicio secreto británico ocultó la existencia de la máquina Colossus ¿La razón?: tras la guerra muchos servicios secretos siguieron utilizando las máquinas Enigma que habían confiscado a los alemanes, y el servicio secreto británico prefirió ocultar que había aprendido a desencriptar sus comunicaciones. Finalmente los ordenadores Colossus fueron destruidos junto a buena parte de la información sobre el uso que se les había dado (no siempre loable).

Así que, claro, las personas que habían trabajado en Bletchley Park no vieron reconocida su labor al finalizar la guerra... Lo que nos lleva al triste final de Alan Turing, el matemático que había jugado un papel clave en el proyecto. Entre 1945 y 1952 Turing siguió trabajando en el desarrollo de la informática, realizando aportaciones significativas al concepto de Inteligencia Artificial, pero en 1952 se hizo pública su homosexualidad, siendo procesado por ello y condenado, por "indecencia grave y perversión sexual", a una castración química por hormonas que le produjo aumento de peso, desarrollo de los pechos y disfunción eréctil. El 7 de junio de 1954, hace ahora 65 años, Turing no pudo más y se suicidó. Hasta 2009 el gobierno británico no pidió disculpas por el trato dado a Turing, y el indulto no le fue concedido por la reina de Inglaterra hasta el 24 de diciembre de 2013.

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