Matildas

By IlluScientia [CC BY 3.0 ]
Estaba en un curso del CPR de Mérida sobre feminismo cuando la ponente decidió ponernos a trabajar por grupos sobre no se que cuestión. Cada grupo estaba formado por cinco o seis personas de las que la mayoría eran mujeres y una pequeña minoría éramos hombres. No creo que hubiese más de uno o dos hombres en cada grupo.

A la hora de exponer las conclusiones del trabajo mis compañeras de grupo comenzaron a echarse atrás una por una, pasándome a mí la pelota de la portavocía. No me parecía muy conveniente que en un curso sobre feminismo la portavocía de un grupo recayese sobre mí, siendo hombre, pero pensé que tampoco sería tan grave porque en los demás grupos serían mujeres.

En los demás grupos debieron pensar lo mismo. Al final la mayoría de los portavoces fuimos hombres (no recuerdo si algún grupo fue representado por una mujer). Y aquello ocurrió en una actividad sobre feminismo, con ponentes y participantes sensibilizados con la problemática de género: incluso el aquel contexto estábamos reproduciendo, de forma espontánea, los roles de género que llevamos interiorizados.

En la vida real la representación de un grupo de investigadores por un hombre tiene mayor probabilidad de producirse que por una mujer, invisibilizando el trabajo femenino. No digamos ya lo que puede ocurrir si el liderazgo del grupo corresponde a un hombre pero es una mujer la que tiene la idea genial. A esta ocultación, consciente o inconsciente, de las mujeres en la ciencia se la conoce como efecto Matilda. La situación se agrava cuando se producen situaciones de acoso sexual en el laboratorio.

Incluso las mujeres que logran publicar sus trabajos con su propio nombre corren el riesgo de ser inconscientemente masculinizadas en el imaginario colectivo. En mi caso puedo mencionar un par de ejemplos: la discontinuidad de Lehmann y la cinética de Michaelis-Menten. Durante años dí por supuesto que Lehmann y Michaelis-Menten fueron dos hombres, y no se me ocurrió que pudieran ser dos mujeres (Inga Lehmann y Maude Menten) y un hombre (Leonor Michaelis) ¿Cuantas mujeres más estarán "ocultas" tras sus propios apellidos?

Piensen en todo esto cuando sus alumnos y alumnas estén trabajando en grupos, y cuando mencionen a una científica por sus apellidos.

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